Estás feliz porque acabas de tener un bebé precioso, sano que es lo más importante, pero la realidad, tu día a día puede ser difícil de sobrellevar. Te recuperas del parto, pero empiezas la batalla de la leche. Hay que darle de comer y el pecho, y tu tienes dos, es lo mejor que le puedes dar, así que te pones a ello. Recuerdo contar las horas que estaba sentada dando de comer, veninte minutos cada pecho, ocho tomas al día, tiempo para sacar airitos entre pecho y pecho. Hay mil teorías, pero mi experiencia, es que cuanto más pecho das, más leche tienes, sobre todo ese primer mes en que la fábrica se pone en marcha. Total, dedicación exclusiva. La consigna es aguantar, si duele cuando se agarra al pezón, te aguantas, si lo tienes inflamado y parece que te va a estallar, te aguantas, si tienes fiebre y te sangra, te aguantas. Te cuidas y pones en práctica todas las recomendaciones que leas y que te den, pero por encima de todo, te aguantas y antes de que acabe el mes, que te recuerdo que tiene entre treinta y treinta y un días, seguirás sintiendote igual de afortunada y de feliz por ese bebé pero por lo menos ya te será un poco más fácil darle de comer, porque tú como yo, no eres una superwoman...pero casi.
martes, 4 de diciembre de 2012
lunes, 3 de diciembre de 2012
Madre primeriza
Lloró en el paritorio, lloró toda
la noche desde que me lo dieron y lloré yo, nada más llegar a mi casa. Lloraba y
decía “Estoy tan contenta…”, mi padre comentó “Se te nota, se te nota”. Estaba
agotada, demasiadas emociones y poco, poco descanso. Me tenía que recuperar de
un parto bueno, pero con las huellas que
deja el esfuerzo del momento. Mis partes más sensibles estaban hechas polvo,
lo de sentarme era complicado y hacerlo con
gracia y glamour, misión imposible. A los pocos días tuve una revisión y por fin
descarté la duda que tenía, ese malestar que sentía no era porque me habían
cosido una nalga con la otra, era producto de una hemorroide mal situada. Solo era cuestión de tiempo el mejorar. Y así fue, mejoraba por abajo y empeoraba por
arriba. La lactancia iba a ser, no solo un reto personal como decía el libro
que me habían pasado, sino una tortura en toda regla que soportaría hasta
en cuatro ocasiones en mi vida porque no soy una superwoman…pero casi.
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